¿Susto o muerte? Muerte, que el susto me da mucho miedo

Este antiguo chascarrillo refleja con bastante fidelidad las alternativas que ofrecen el Régimen del 78 y el capitalismo occidental en general, así como el estado de ánimo de un sector significativo de la población, sometido a un proceso intensivo de alienación en los últimos años, que dificulta la construcción de un proceso colectivo racional en un sentido auténticamente transformador. A medida que las cosas van peor para el sistema capitalista, tanto en el marco estatal como en el europeo y global, los mecanismos de manipulación mediática intensifican su actividad de forma acelerada. Al imperialismo solo le queda funcionando a pleno rendimiento la herramienta de la manipulación mediática, con la que tanta experiencia acumulan. La «industria de las mentiras» está cada vez más dispuesta a romper con toda veracidad, ética y, por supuesto, racionalidad. Parece que esa línea de intervención les da resultados, entre otras cosas porque solo cuentan lo que interesa a su versión, pero esto no funciona indefinidamente, y menos cuando hay un conflicto militar en marcha que tiene resultados no difícilmente evaluables.

Nos contaban los medios afines a Pedro Sánchez que su continuidad como Presidente del Gobierno estaba asegurada. Según ellos, la gente había votado para garantizar la permanencia del actual gobierno, con algún refuerzo adicional. Esa posibilidad sigue abierta, pero sus probabilidades van disminuyendo. La impresionante movilización de centenares de miles de personas en la Diada del 11-S seguramente ha tenido efecto en el endurecimiento de las posiciones de Junts; la movilización popular sí que sirve. La abstención en las últimas elecciones generales fue importante cuantitativa y cualitativamente. La repetición de unas elecciones generales que todos los partidos – quizás, menos el PP – intentan evitar sería la máxima expresión de la incapacidad del Régimen del 78 para gestionar su propia autogobernanza, un indicador de sus últimos estertores, y una buena noticia para los comuneros.

Desde las herramientas mediáticas, llamémosle progres, pretenden vender el relato de que un «gobierno de progreso» capitaneado por Pedro Sánchez y Yolanda Díaz nos traería 4 años más de avances sociales y derechos en todos los terrenos, tal como fueron los de la última legislatura. Es un relato que desgraciadamente más gente de la que debería aún compra. Pero prescindiendo de la propaganda, señalemos algunos de los indicadores socialmente significativos de estos 4 años de «gobierno de progreso».

La violencia de género y la reacción machista han experimentado un repunte en los últimos tiempos: crecen las denuncias y el número de agresiones sexuales, las violaciones en manada y todo tipo de abusos que involucran cada vez con mayor frecuencia a menores de edad (según la Fiscalía un aumento del 116% en el último lustro). El colmo son los 1.205 beneficiados en sus condenas por la llamada «Ley del Solo Sí es Sí», incluyendo los 121 agresores excarcelados.

Los accidentes laborales también han aumentado durante la legislatura respecto a los años previos, alcanzando un máximo de 864 personas fallecidas en 2022; para encontrar cifras mayores de fallecimientos hay que remontarse hasta el año 2008.

La mortalidad global sigue en cifras más altas que las prepandémicas. En 2022 hubo 463.133 fallecimientos, es decir, 12.389 más que en 2021 y 44.430 más que en 2019 (el año previo a la pandemia). Pese a la bajada de muertes por COVID-19, ésta siguió siendo la causa de muerte más frecuente en 2022. La ola de calor provocó una altísima mortalidad, siendo 355 las defunciones provocadas por golpes de calor, frente a las 156 de 2019. La deshidratación causó 233 muertes frente a las 109 de 2019. En total, achacables a la ola de calor, este verano de 2023 las defunciones se elevan al menos a 1.800 personas. Son causas de muerte perfectamente evitables si se toman las medidas adecuadas.

El Estado Español ha sido uno de los países de Europa que más poder adquisitivo entre los trabajadores ha perdido desde 2020; la pérdida fue del 7,3% mientras que en Francia fue del 2%, en Italia del 5,4% o en Alemania del 5,1%. Ahí sí que estamos en cabeza. El salario medio ordinario en el Estado Español fue un 20% menor que en la Unión Europea en 2021.

La precarización social ha sido más que significativa en los últimos años. Todos los datos se han visto empeorados, como hemos expuesto en otros editoriales: incremento de la pobreza y de la tasa de exclusión hasta el 21%, aumentos generalizados de los precios de los alimentos, crecimiento del número de jóvenes con dificultades para el acceso a una vivienda, incremento brutal de los suicidios y las autolesiones, etc.

Por último, aunque podríamos ampliar el listado, las toxicomanías y el narcotráfico no han hecho más que aumentar en los últimos años. Pese a que no hay unas estadísticas totalmente fiables, la observación en los barrios populares sobre cómo el fenómeno se va incrementando es suficientemente elocuente. Lo mismo podríamos decir de la prostitución, esa forma de violencia de género tan brutal como amparada por sectores institucionales y poderes fácticos. De ambas cosas, del narcotráfico y la prostitución, obtienen pingües beneficios.

La otra herramienta de dominación en la que el imperialismo occidental creía tener una superioridad estratégica es la militar, de ahí sus ensoñaciones en la guerra librada por la OTAN contra Rusia en territorio ucraniano. La evolución del conflicto demuestra que esa superioridad era ficticia, mientras la OTAN y Ucrania están embarradas en una guerra que provoca decenas de miles de muertos, especialmente ucranianos (cerca de 80.000 habrían fallecido solamente en la última contraofensiva), además de millones de desplazados y de otras formas de sufrimiento social, como el incremento de la prostitución, los vientres de alquiler, la venta de órganos en el mercado negro, etc., aunque estos factores no suelan aparecer en los medios de comunicación occidentales.

El imperialismo sabe que el paso del tiempo no está sirviendo para mejorar su correlación de fuerzas en ese terreno, sino seguramente todo lo contrario. Es por ello que apuestan por impulsar todo tipo de provocaciones a China, especialmente alrededor de la cuestión taiwanesa. La guerra, a la que se dedican miles de millones de euros de los Presupuestos Generales del Estado, es una auténtica gangrena para nuestro pueblo y para los pueblos europeos. Algunos gobiernos de países de Europa del Este como Polonia, Hungría o Bulgaria ponen limitaciones a las exigencias del imperialismo en defensa de los sectores esenciales de su economía, como la agricultura y la ganadería. El Estado Español, dando una nueva muestra de su absoluta servidumbre, no opone la menor resistencia a ninguna medida por nefasta que sea para nuestra industria, ganadería o agricultura, siempre buscando a cambio de ello que la UE y los yanquis estén dispuestos a favorecer aquella política-ficción que sirva para entretener sobre los conflictos reales existentes en el Estado Español; en esta cuestión están de acuerdo las fuerzas del «gobierno progresista» y las del hipotético «gobierno conservador», así como todos sus medios de comunicación. La guerra es el primer problema a resolver por las clases trabajadoras. Dan por hecho que la contraofensiva en el Donbass ha fracasado, o al menos que no ha conseguido los objetivos establecidos, pero eso no les lleva a buscar una salida política y negociada al conflicto, sino a alargarlo hasta que se pueda enlazar éste con uno mayor en otra parte del mundo que les permita desencadenar una guerra global que incluya armamento nuclear. Ya ha dicho Biden que más daño hace el cambio climático que una hipotética guerra con participación de armas nucleares.

Haya continuidad del gobierno o nuevas elecciones, los auténticos problemas de las clases trabajadoras no se van a resolver en el marco de este Régimen. La tarea principal del pueblo comunero es derrotarlo políticamente y dar paso a la construcción de una nueva República que, recuperando todo lo que tuvo de positivo la Segunda, mejore aquella en todo lo posible, teniendo en cuenta que la correlación de fuerzas a nivel internacional es hoy más favorable de lo que lo ha sido nunca en nuestra Historia.

Izquierda Castellana, a 19 de septiembre de 2023

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